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El postre es el paso definitivo hacia el disfrute
de una buena comida. En la gastronomía propia de Navarra,
la variedad sigue siendo la tónica dominante, pero sin
duda los postres que provienen de la leche merecen un recono-cimiento
especial porque entrañan un valor aportado por la tradición
acrisolada a lo largo de los siglos.
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Bodegón
de postres y productos lácteos.
Fotografía cedida por ICAN. |
La cuajada –conocida también
como mamia, gaztanbera o kaiatua en lengua vasca- elaborada
mediante el tratamiento artesanal de la leche de oveja, es un
delicioso y nutritivo manjar. El gusto peculiar de la cuajada
de Navarra lo apor-tan las piedras calientes que se añadían
a la leche para hacerla hervir. De esta tradición nos
ha quedado la forma original de un recipiente de madera de abedul,
utilizado para el ordeño y la preparación de la
cuajada, que es el “kaiku”.
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El queso, unido desde siempre a la recia tra-dición
pastoril de Navarra, cuenta hoy con una magnífica producción
que mantiene las formas tradicionales de elaboración
y garantiza la mejor calidad.
Dos denominaciones de origen diferentes abar-can las destacadas
queserías de Navarra. Por un lado, el queso de Roncal,
que comprende las localidades que forman este histórico
valle navarro, ofrece un aroma y un sabor marcados, con un
toque ligeramente picante.
Por otro lado está el de Idiazábal, queso de
intenso sabor, con una modalidad muy conocida de ahumado,
que se elabora con la leche de las ovejas de las sierras de
Aralar, Urbasa, Bidasoa-Baztán y Pirineo Navarro, además
del País Vasco.

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