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Desde el tiempo de los romanos, el cultivo
de la vid y la elaboración del vino, han sido actividades
que han definido la cultura popular y, en buena parte, la identidad
de Navarra.
Un sabio médico y escritor
corellano del siglo XVI, Alfonso López de Corella definió
al vino como “aceite de la vida,
defensa de la salud, remedio de enfermedades, antídoto
de las malas afecciones del alma y estímulo incitante
del ingenio”.
Y justamente el ingenio emprendedor
de los navarros, con un constante trabajo de innova-ción
y experimentación realizado por viticulto-res y bodegueros,
con el apoyo decidido del Gobierno de Navarra, han convertido
hoy los vinos de Navarra – tintos, rosados y blancos-
en productos de gran prestigio tanto en el merca-do nacional
como en el internacional.
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No se entiende hoy una visita Navarra que no alcance a alguna
de sus magníficas bodegas –“catedrales
del siglo XXI”- recientemente construidas, que no incluya
el Museo de la Vid y del Vino, abierto recientemente en Olite,
o que no termine llevando como recuerdo algunas botellas de
este arte líquido que es el vino de Navarra.
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El
vino navarro posee una proyección universal.
Fotografía cedida por ICAN. |
Por todo ello, el buen vino de Navarra, es el complemento
adecuado para un almuerzo, una cena o un aperitivo de calidad,
en el que quede resaltado el alto nivel de la gastronomía
de Navarra.
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