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El Archivo de Navarra dedica su microexposición de noviembre a Sancho VII el Fuerte
04 de noviembre de 2019
El Archivo de Navarra dedica su microexposición de noviembre a Sancho VII el Fuerte
Cuando se cumplen 825 años del inicio del reinado de Sancho VII el Fuerte, el Archivo Real y General de Navarra dedica su microexposición de noviembre a recordar dicha efeméride con la exhibición de varios documentos vinculados al último monarca de la dinastía Jimena.
La microexposición “825º Aniversario del reinado de Sancho VII el Fuerte (1194-1234)” recopila, entre otros documentos, varios fueros, imágenes del sepulcro del rey en Roncesvalles o el pacto de prohijamiento suscrito en 1231 entre este y el rey Jaime I, que sellaba los destinos unidos de Navarra y Aragón.
De acceso libre y gratuito, la muestra permanecerá abierta durante todo el mes en la galería baja del Archivo de Navarra, todos los días de 10:00h. a 14:00h. y de 17:00h. a 20:00h.
Pacto de prohijamiento y sucesión
En sus últimos años, quizá afectado por alguna dolencia, Sancho VII se recluyó en el castillo de Tudela. Al no tener hijos legítimos que le pudieran suceder en el trono y habiendo cumplido ya más de 70 años, se reunió en 1231 con el monarca aragonés Jaime I y suscribió con él un pacto de prohijamiento que fijaba que si uno de los dos moría, el otro heredaría la corona y posesiones del fallecido.
A causa de la enorme diferencia de edad entre el rey Jaime (23 años) y el anciano rey Sancho, el pacto era en la práctica una disposición de sucesión de la corona navarra en favor de Jaime I. En la micromuestra puede contemplarse el documento que recoge el pacto de prohijamiento suscrito en 1231 entre ambos monarcas y que sellaba los destinos unidos de Navarra y Aragón. Sin embargo, cuando en 1234 Sancho VII murió, la nobleza navarra ignoró lo dispuesto en el pacto de prohijamiento y facilitó que la corona pasara a Teobaldo, conde de Champaña y sobrino del fallecido rey. Teobaldo I se convertiría de este modo en el primer rey perteneciente a las dinastías de origen francés que se sucederían durante los siglos posteriores en el trono navarro.
En un primer momento Sancho VII fue enterrado en la iglesia de San Nicolás de Tudela, ciudad con la que tuvo vinculación especial, pero después sus restos fueron trasladados a la Colegiata de Roncesvalles donde hoy en día se conservan. La micromuestra se cierra con algunas fotografías del sepulcro del rey en Roncesvalles, como una interesante instantánea del la efigie yacente de Sancho VII tomada en 1916.
También se expone una imagen de la escultura de Antonio Loperena que se erigió en Tudela a Sancho VII y en la que el monarca aparece representado sosteniendo un gran escudo con el signo del águila y algunos eslabones de cadenas alusivos a la batalla de las Navas de Tolosa.
Sancho VII el Fuerte
En 1194, tras la muerte de su padre el rey Sancho VI, subía al trono navarro Sancho VII quien, a causa de su corpulencia y excepcional altura (probablemente de más de 2 metros), fue apodado como El Fuerte. Su largo reinado estaría marcado por la definitiva pérdida de los territorios guipuzcoanos y alaveses, el fortalecimiento del patrimonio de la corona, así como por el prestigio obtenido por su participación en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 junto a los monarcas Alfonso VIII de Castilla y Pedro II de Aragón.
Documentalmente el reinado de Sancho VII tiene un rasgo especialmente característico que es el uso por este rey de la silueta o figura de un águila como signo personal con el que validar los documentos. La adopción de este símbolo, que también utilizó en sellos de cera, se ha relacionado con el linaje normando de su abuela, Margarita de l’Aigle (del Águila, en francés). Este signo figura en los documentos de concesión de fueros a los habitantes de Urroz y de Ulzama y, así mismo, en el documento de concesión de fuero a Viana que se conserva en su archivo municipal también figura un signo de águila, en este caso mucho más elaborado y vistoso por ser probablemente copia de elaboración posterior.
La participación de Sancho VII en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) proporcionó al rey un gran prestigio que después sería realzado por la extensión de distintas leyendas en relación con su participación en la batalla rompiendo las cadenas que rodeaban la tienda del califa almohade. De hecho, una réplica del pendón que ondeaba sobre la tienda de Miramamolín, y que se conserva en el monasterio de las Huelgas de Burgos, preside en la actualidad el Salón del Trono del Palacio de Navarra junto con doce eslabones de las supuestas cadenas arrebatadas durante la batalla. A esta imagen legendaria corresponde el bello boceto, también expuesto en la muestra, que Javier Ciga presentó al concurso de carteles de San Fermín de 1912 en el que el rey aparece representado en la batalla, así como el cartel anunciador de una cabalgata histórica que en 1891 representó en Pamplona la entrada del rey en la ciudad tras el combate. Este boceto, que había permanecido durante décadas en dependencias del Archivo Real y General de Navarra, se conserva desde el año 2018 en el Museo de Navarra.