28 de junio de 2019

Varón extranjero, de entre 30 y 50 años, en el Casco Viejo o el Ensanche de Pamplona, el perfil más común de la mendicidad en Navarra

El Observatorio de la Realidad Social presenta un estudio sobre este fenómeno en la Comunidad Foral, una de las situaciones que comportan mayor grado de exclusión social y cuyo análisis no se había abordado hasta ahora

El 34,6% de la mendicidad en Navarra se concentra en Pamplona / Iruña , en los barrios del Ensanche y el Casco Viejo. El perfil predominante es el de un varón extranjero, sobre todo de Rumanía, de entre 30 y 50 años, que ejerce la mendicidad de calle de manera habitual y en el mismo sitio.

Estos datos se desprenden del estudio "La mendicidad en Navarra", editado por el Observatorio de la Realidad Social y recogido en el décimo boletín “TendenciaSs”. Esta investigación fue llevada a cabo entre marzo y mayo de 2018 por el Observatorio de la Realidad Social, el Ayuntamiento de Pamplona, la Red de Lucha contra la Pobreza, Cáritas Diocesana, y el alumnado del Grado de Trabajo Social de la UPNA, y supone un mapeo pionero de este fenómeno en la Comunidad Foral.

El estudio permite cuantificar por primera vez el fenómeno de la mendicidad en Navarra, conocer perfiles, localizar ubicaciones y averiguar rutinas. El análisis se centró en la cuantificación y perfilado sociodemográfico de la mendicidad de calle en las localidades navarras de más de 5.000 habitantes, con especial atención a Pamplona y su comarca. La gran mayoría de los casos observados se encuentran en la capital (126), muy por encima de los 13 de Tafalla, los 9 de Estella-Lizarra y los 8 de Tudela. Aquellos barrios que presentan una mayor actividad de mendicidad son los que tienen un mayor movimiento comercial como el Ensanche (44), Casco Viejo (27) o Iturrama (19).

Como grandes categorías, la mayoría de personas que ejercen la mendicidad en Navarra son hombres (66,8%), personas adultas de entre 30 y 50 años (56,6%) y que proceden de Europa del Este (47,3%). Si estructuramos esta distribución en perfiles mayoritarios podemos observar que cuatro de cada diez personas que mendigan son hombres adultos de entre 30 y 50 años (39,5%). Otro perfil bastante repetido es el de mujer procedente de Europa del Este (23,9%), que representa casi tres cuartas partes de las mujeres que ejercen la mendicidad (74,2%).

Para futuras investigaciones quedan por responder cuestiones relevantes, tales como cuáles son las trayectorias vitales previas, qué tipo de dinámicas lleva aparejada la mendicidad en grupos, qué tipo de relaciones tienen estas personas con los servicios y recursos existentes contra la exclusión o, por último, cuáles deben ser las políticas de intervención pública en Navarra.

Perfil sociodemográfico

El número de personas contabilizadas en Navarra ejerciendo la mendicidad en la primavera de 2018 ascendió a 205 personas, de las cuales 137 eran hombres y 68 mujeres. Así pues, la mendicidad en Navarra está masculinizada al predominar claramente la presencia de hombres (66,8%), frente a mujeres (33,2%).

En lo que se refiere a la edad, la mendicidad se concentra en la franja de entre 30 y 50 años (56,6% del total), seguida por las personas mayores de 50 años (el 30,2%), grupo que presenta una mayor posibilidad de haber sufrido un proceso de desafiliación y pérdida de su red de apoyo, de difícil reparación. Por último, la presencia de las personas menores de 30 años se corresponde con un 11,2% del total.

Al contrario que en otros países, en Navarra hay más personas alóctonas que autóctonas: solo dos de cada diez mendicantes son de nacionalidad española. Las mayores tasas de pobreza de las personas extranjeras, que cuadruplican las de personas de origen navarro, y las redes más débiles de apoyo provocan una mayor presencia de población extranjera en este colectivo. La presencia predominante procede de Europa del Este (47,3%), de modo que casi una de cada dos personas que practica la mendicidad en Navarra procede de esta zona, con una preeminencia mayoritaria de Rumanía.

A continuación se hallan las personas de procedencia africana, en su mayoría de la llamada África subsahariana (22,9%). Tras la comentada presencia de personas españolas hay una categoría donde se engloba a personas de otras procedencias (6,3%). Cabe destacar que no se han encontrado casos de personas latinoamericanas ejerciendo la mendicidad en Navarra.

El lugar de procedencia también guarda relación con la forma de pedir. Por ejemplo, las personas de África suelen mantener un contacto más cercano con su entorno y esto puede conllevar un mayor beneficio económico o de otro tipo. En el lado contrario encontramos a las procedentes del Este de Europa, que se muestran más distantes y con comportamientos de sociabilidad más cerrados. Éstas también presentan una estrategia más frecuente consistente en causar un mayor impacto sobre las personas viandantes aprovechando alguna lesión o enfermedad, sea real o simulada.

Formas y hábitos de mendicidad

Al igual que en otros países, el estilo de mendicidad que predomina es individual, si bien hay quienes la practican conjuntamente. La ‘mendicidad colectiva’ se aprecia sobre todo entre las personas de Europa del Este, en las que se observa una cooperación para la adjudicación de lugares estratégicos. Sin embargo, no ha sido posible definir si lo hacen de manera voluntaria o no, lo cual queda pendiente para futuras investigaciones.

La gran mayoría (93%) ejerce la mendicidad diariamente, a menudo en el mismo sitio, mientras que un 7% lo hace de forma esporádica. Su práctica está estrechamente ligada a las condiciones meteorológicas: el número de personas que piden desciende cuando hay frío o lluvia, fenómeno que también ocurre en los días de verano con altas temperaturas. La práctica de la mendicidad en situaciones climáticas extremas puede provocar problemas de salud a las personas mendigas.

Sobre las diversas formas de practicar la mendicidad, éstas varían según el momento (de pie, sentada, tumbada), inquiriendo directamente por la ayuda a quien pasa a su lado o permaneciendo en silencio, utilizando cartelería para explicar su situación con el fin de conseguir empatía, etcétera. También hay quienes mendigan combinando varios métodos o incluso estando ausentes del lugar y dejando sus pertenencias o algún recipiente para que los transeúntes puedan depositar la limosna.

Necesidades sociales

La mendicidad en Navarra es un problema que se asocia sobre todo a personas extranjeras en situación irregular. El hecho de no disponer de la autorización de residencia les imposibilita trabajar, pero también solicitar ayudas del Estado. No estar empadronado en la ciudad es también una característica común a la mayoría de personas que mendigan. Todo esto conlleva no disponer de recursos con los que aminorar la situación de carencia que padecen, comenzando por las necesidades básicas. Es aquí donde entra en acción la Renta Garantizada, que puede percibirse por personas en situación irregular y por quienes ejercen la mendicidad siempre que cumplan los requisitos.

En términos de empleo, una gran parte de estas personas demandaban un empleo digno. Se constata que la mayoría de los empleos a los que acceden son trabajos irregulares, a menudo al margen de la Seguridad Social. Aun así, cuando la oportunidad se presenta, la mayoría acaba aceptando un puesto de trabajo con tal de conseguir algunos ingresos, por pequeños que estos sean.

Parte de las personas entrevistadas viven en hogares pertenecientes a amigos o conocidos, mientras que otros comparten pisos junto con otras familias. La cuantía que se paga por el alquiler tiende a ser alta para su poder adquisitivo, por lo que existen grandes dificultades a la hora de realizar los pagos pertinentes. Por ello, en bastantes casos su situación es de exclusión residencial: no son personas sin hogar habitualmente, pero el esfuerzo económico que hacen para mantener su vivienda suele ser elevado y por ello están más expuestas a situaciones de desahucio o a cambios más habituales de vivienda para adecuarse a sus posibilidades económicas. Entre estas situaciones, cuantas menos redes familiares o de amistades y menos tiempo se lleve en Navarra, más riesgo existe en este ámbito.

Por último, se constata que la cronificación en la mendicidad es relativamente habitual. La mayoría de personas reconoce el momento en el que comenzó a mendigar, ya sea de manera individual o por consejo de otras personas, y a dar el paso de situarse en una calle y solicitar dinero. El hecho, aunque no lo expresen claramente, de que fueron recibiendo réditos económicos ha supuesto para ellas un “modus vivendi”. Hay quien dice obtener cantidades bajas, entre tres y cuatro euros al día, mientras que en otros casos dicen alcanzar entre 15 y 20 euros al día. Si la ganancia de estas cantidades es continua en el tiempo, al mes se puede traducir en una media que oscila entre los 450 y los 600 euros. En consecuencia, ante las posibilidades de una inserción laboral normalizada, que vislumbran harto complicada, deciden seguir así.

Otro factor que contribuye al mantenimiento de esta práctica en algunos sujetos es que mantienen relaciones cordiales con vecindario y comerciantes y se sienten cómodos en este rol, también porque aumenta su autoestima. Estas personas son reconocidas en esos entornos y esta realidad provoca conformismo con la desigualdad que sufren. Son dinámicas perversas porque dificultan la intervención al ser estas personas reconocidas por el mismo hecho que se quisiera evitar.