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Ochenta y cuatro farmacias navarras participarán en el programa de intercambio de jeringuillas para toxicómanos
28 de abril de 2003
Ochenta y cuatro farmacias navarras participarán en el programa de intercambio de jeringuillas para toxicómanos
Este programa, que persigue evitar la transmisión de enfermedades infecciosas entre los consumidores de drogas por vía inyectada, ya funciona en Pamplona gracias a la colaboración de varias ONGs (que distribuyen KITs antisida en sus locales) y también en el Centro Penitenciario, con muy buenos resultados en ambos casos.
El acuerdo presentado esta mañana logra que el PIJ se extienda a toda Navarra a través de 84 oficinas de farmacia que se ubican en las siguientes localidades: Alsasua, Aoiz, Arguedas, Azagra, Barañáin, Beriáin, Berriozar, Buñuel, Burlada, Cascante, Castejón, Cizur Menor, Corella, Cortes, Huarte, Uharte-Arakil, Irurtzun, Larraga, Lekunberri, Leitza, Lodosa, Los Arcos, Marcilla, Monteagudo, Noaín, Olite, Ororbia, Pamplona (36 farmacias repartidas por todos los barrios), Peralta, Rada, San Adrián, Sangüesa, Tafalla y Tudela.
El proceso de captación de nuevas farmacias para este y otros programas de salud pública está siempre abierto a nuevas adhesiones.
Las oficinas de farmacia, agentes activos de salud pública
Las oficinas de farmacia son uno de los principales agentes de salud de la política de reducción de daños diseñada desde el Gobierno de Navarra para el colectivo de personas usuarias de drogas. Hasta la fecha, participaban en los programas de metadona y de venta de "kits sanitarios antisida". En el caso del material inyectable, estas farmacias venden desde 1993, al precio de 30 céntimos de euro, los citados "kits sanitarios antisida", compuestos de los siguientes elementos: una jeringuilla, un preservativo, una toallita de alcohol, un recipiente de agua destilada estéril y apirógeno, un envase rígido de plástico y un díptico informativo del Departamento de Salud. En los casi diez años de venta de "kits" se han dispensado 300.000 unidades.
La novedad que introduce el PIJ con respecto al actual sistema de venta de material inyectable es el intercambio: las personas que al solicitar el "kit" hagan entrega de la jeringuilla usada recibirán el nuevo "kit" gratuitamente (el "kit" de venta y el de intercambio tendrán el mismo contenido, pero distinto envase). De este modo, además de reducir el peligro para la salud pública que suponen las jeringuillas tiradas por el suelo, se evita que esa jeringuilla sea reutilizada por otro drogodependiente.
Además, la entrada de las oficinas de farmacia en este programa va a ser muy importante para su generalización, pues las farmacias son la fuente principal de suministro de material inyectable para los usuarios de drogas inyectadas: el pasado año 2002 vendieron más de 38.000 kits anti-sida, frente a los cerca de 6.000 kits intercambiados por el PIJ (Centro Penitenciario y ONGs de Pamplona).
Por su parte, los drogodependientes que acuden a las farmacias, según una encuesta reciente de la Fundación Bartolomé de Carranza, valoran positivamente el trato humano que les dispensan los boticarios y la discreción con la que se expiden los kits antisida (envolviendo el kit al serle entregado).
Según se recoge en el acuerdo de colaboración presentado hoy, el Departamento de Salud correrá con los gastos de distribución de los "kits sanitarios antisida" a las oficinas de farmacia interesadas, así como con la recogida de las jeringuillas usadas que los toxicómanos deben entregar en las farmacias. Además, se prevé la puesta en marcha de un programa de información y formación en materia de reducción de daños dirigido a cuantos farmacéuticos quieran participar en el proyecto.
El PIJ, un programa ya implantado en Pamplona
El PIJ es un programa que inició su andadura en 1993 por medio de un acuerdo de colaboración entre el Departamento de Salud y la ONG "Comisión Ciudadana Antisida de Navarra". Previamente se habían realizado intercambios puntuales por esta asociación en diversos ambientes de consumo de drogas.
Posteriormente este programa se introdujo de modo pionero en el Centro Penitenciario de Pamplona en noviembre de 1998 gracias a un acuerdo entre las administraciones estatal y foral, con resultados muy positivos. Según un estudio auditor que la Universidad Pública de Navarra realizó el pasado año sobre esta experiencia, durante los tres primeros años de funcionamiento del PIJ se constató que disminuyó drásticamente el número de abscesos cutáneos, de sobredosis y de contagios de VIH y hepatitis, mejorando notablemente la salud de los reclusos usuarios de drogas inyectadas.