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Editado por el Gobierno de Navarra y escrito por María Josefa Tarifa, analiza la historia, la arquitectura, el arte y la vida cotidiana de la primera comunidad del císter femenino de la península
La Presidenta Barcina presenta la obra sobre el Monasterio de Tulebras.
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La Presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, ha presidido esta tarde en la iglesia del monasterio de Santa María de la Caridad de Tulebras la presentación pública de la obra “El monasterio cisterciense de Tulebras”, que analiza la historia, la arquitectura, el arte y la vida cotidiana de este monasterio en el que se estableció, en 1157, la primera comunidad del císter femenino de la península.
La publicación, editada por el Gobierno de Navarra, constituye el número 43 de la colección Panorama y ha sido escrita por María Josefa Tarifa Castilla. El precio de este número es de 9 euros y se distribuye en los canales habituales de venta de las publicaciones del Gobierno de Navarra.
El acto de presentación, al que han asistido unos 80 invitados, ha contado con la participación, entre otros, de la abadesa del monasterio, Pilar Germán; la autora del libro, María Josefa Tarifa; el alcalde de Tulebras, Rafael Ayensa; y el director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro de la Universidad de Navarra, Ricardo Fernández Gracia.
Imagen del público presente en la presentación del volumen.
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Un segundo capítulo está destinado a la fundación de cenobios filiales a Tulebras, a través de los cuales se iban difundiendo las órdenes monásticas. Los cenobios filiales se mantendrían unidos a la “casa madre” para siempre. En este sentido, desde este cenobio navarro se extendió la rama cisterciense femenina por toda la península ibérica, al fundarse otros seis monasterios de la orden en la segunda mitad del siglo XII. Tuvieron que pasar ocho siglos para que Tulebras volviese a fundar otro cenobio, en este caso en Latinoamérica en Esmeraldas (Ecuador), donde se instituyó el monasterio de Santa María de la Esperanza.
El capítulo tres está dedicado al arte y la espiritualidad, y se inicia con el análisis de la arquitectura de los monasterios cistercienses, en los que se refleja una estética de simplificación y desnudez que pretende transmitir los ideales de la orden: silencio, contemplación, ascetismo y pobreza. La austeridad y simplicidad que impregnan todas las actividades de la orden se trasladan a su actividad constructiva y también a las manifestaciones artísticas. El claustro sirve de nexo a las distintas dependencias. En las horas libres, las monjas lo emplean como espacio para pasear, leer o meditar. La iglesia es el escenario en torno al cual gira la vida del monasterio.
Antiguamente, de acuerdo a la Regla de San Benito, los templos monacales de la orden, y también sus dependencias, carecían de cuadros o esculturas para evitar distracciones. En Tulebras y en otros monasterios benedictinos, las dependencias son las que requiere una vida cisterciense orientada al servicio litúrgico, el trabajo manual y la escucha de la Palabra de Dios. Las iglesias de los monasterios femeninos cistercienses eran bastante más pequeñas que las de los masculinos, como acontece en Tulebras, de dimensiones más reducidas que los templos de los monasterios de Fitero, la Oliva e Iranzu, o el aragonés vecino de Veruela, ya que sus comunidades religiosas solían ser menos numerosas y sus recursos también más limitados. Por ello, fue habitual edificar templos de una sola nave, como el de Tulebras. La autora analiza los planos, los elementos de la iglesia abacial y otras dependencias.
Si desea descargarse en formato PDF esta información completa pinche aquí .
Portada de la publicación "El monasterio cisterciense de Tulebras".
ampliar imagenLa Presidenta Barcina posa con la autora del trabajo, María Josefa Tarifa.
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